viernes, 1 de enero de 2010

SOLEDADES CIBERNETICAS



Me resulta realmente interesante observar a la gente dentro de un restaurante, sobre todo cuando hablo de un restaurante dentro de un aeropuerto, generalmente está uno solo, uno va de negocios y a los negocios (no entiendo porqué) va uno solo.

Mesas y mesas de gente sola, acompañada de un cigarro (bueno con eso de la ley ya no), un café y seguramente, gracias a la tecnología, de una computadora que, con un poco de suerte tiene conexión inalámbrica a internet, esta red que te hace no sentir tan solo.

Hemos perdido la capacidad de hablar con los demás, resulta más sencillo mandarnos un e-mail, aunque el destinatario esté quizás sentado en la mesa de enfrente, tenemos un miedo mayúsculo que nos impide mover el músculo lingual, las cuerdas de voz, pero tenemos una facilidad pasmosa para mover los músculos de los dedos que nos permiten escribir, letras frías, ajenas, alejadas a nuestro ser humano. Como si fuéramos personas diferentes.

Hoy, estar solo, es lo que esta de moda, olvidamos ya que es un timbre, un matasellos y el cartero con buenas nuevas, ahora el cartero es aquella persona dedicada solamente a traernos malas noticias de los bancos y las tiendas departamentales que nos quieren cobrar aquellas cosas que ya consumimos. Olvidamos también un buen café con esa persona que, viéndonos a los ojos nos dirá lo que tenga que decir, sin prisas... hoy esa persona no es más que un “algo arroba punto algo”.

Hemos olvidado, y hemos dejado que se nos olvide, el placer de leer, de puño y letra los sentimientos arrojados por la emoción de aquel que escribe algunas líneas con la esperanza de enamorarnos, de hacernos sentir, de hacernos conocer un poco más de ella o el, según sea el caso.

Vivimos, ahora, con los ojos clavados en un monitor de plasma, el mas grande posible, para que nuestro universo crezca, generando contactos en redes apersonales, donde solo conocemos “unos y ceros” que mezclados de formas que aún me sorprenden forman caracteres inteligibles para mi, caracteres que me enseñaron cuando apenas aprendía a leer y escribir, cuando hacer con mis manos esos símbolos extraños me llenaba de emoción.

Hoy se trata de teclear más rápido, no nos damos a la tarea de reflexionar nuestras respuestas, nuestros comentarios, parecemos robots de autorespuesta que entre más ventanas abiertas tengamos estamos mejor relacionados en el frío mundo cibernético en el que nos hemos zambullido.

No me quejo de la tecnología, al final, me acerca a aquellos con los que quiero estar cerca, pero extraño ese toque humano de grafías mal dibujadas, poco entendibles a veces y muy perfumadas las más emocionantes, la reacción corporal, la no verbal, me resulta indispensable para entender lo que realmente esta sucediendo en el receptor cuando emito mi mensaje, cuando lo recibo.

Estamos iniciando el 2010 y nos resultó muy sencillo, de un “teclazo” mandar un mismo mensaje a toda nuestra libreta de contactos con nuestros mejores deseos, ¿por que no hacer un cambio?, por lo menos una vez, con algunos de esos, que me hacen sentir “suertudo”, inscritos en mi libreta de contactos, por que no, por una vez nos damos a la rupestre tarea, de escribir, de puño y letra algún mensaje personalizado, que emane de lo más profundo de nosotros, olvidando los bits y bites, entregando y regalando un poco de nosotros en ese papel.

Por que no, por lo menos, le regalamos una llamada a esos elegidos y nos regalamos el placer de escucharlos de una manera diferente, con voz y no solo con un sonido electrónico que nos indique la llegada de un e-mail.

¿Por que no, por una vez, dejamos de ser robots “clickeros” y nos volvemos otra vez humanos.?

Gerardo González Guzmán

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